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sábado, 15 de agosto de 2015

30 protestantes y 54 policías fueron atendidos por golpes

Una carpa en el parque El Arbolito y en el interior de esta, media docena de colchonetas sirvieron de improvisado consultorio. 30 personas esperaron su turno para que Carlos Figueroa, médico y activista, los revisara, entregara analgésicos, ungüentos y vendajes.


 
  
Las dolencias de los pacientes eran similares: presentaban ­magulladuras, contusiones y torceduras de tobillos. Todos aseguraron que fueron heridos durante la manifestación en contra del Gobierno, realizada el jueves, en Quito. A unos 5 kilómetros de allí, 54 uniformados también recibían atención médica, en el Hospital de la Policía. 

Ese fue es el resultado de la violencia que se evidenció en la marcha nacional, organizada por indígenas y grupos de sindicalistas, realizada la tarde del jueves. El Ministerio del Interior detalló que en siete provincias se reportaron “altercados contra el orden público”. 

La mayoría de los heridos se encuentra en Quito, pues la capital fue el principal escenarios en donde la manifestación terminó en golpes entre la fuerza pública y los asistentes. En esta ciudad, la Policía envió a más de 5 000 agentes a las calles. Nueve fueron lesionados de forma grave y necesitan intervención quirúrgica. 

Presentaron fracturas expuestas de tibia y nariz, también traumatismos cráneo-encefálico. Así lo confirmó Marcelo Sáenz, oficial encargado de la Dirección del Hospital de la Policía. Uno de los más graves es el cabo segundo Vinicio Viñachi, de 29 años. Él fue atropellado en Cayambe mientras dirigía el tráfico. Aseguró que un bus lo arrolló de forma intencional. 

Alex Catota, otro policía, también tiene una fractura expuesta en la mano. Él estaba en las calles García Moreno y Bolívar cuando “unos hombres encapuchados” le golpearon con las vallas de seguridad. 

Del grupo de indígenas, en cambio, hay 10 personas internadas: seis están en el Hospital Eugenio Espejo y cuatro en el Enrique Garcés (en el sur). Vicente Antún, dirigente amazónico, era el más grave. Él presentó un trauma cráneo-encefálico leve y una lesión en las vértebras cervicales. Así lo detalla un reporte médico del Hospital Enrique Garcés.

En un principio, Antún fue identificado como Vicente Antuash e incluso en redes sociales se aseguraba que estaba en estado crítico. Pero en la mañana de ayer (14 de agosto) el médico Figueroa confirmó que su estado clínico era estable, aunque seguirá internado en la casa de salud. 

El sector de El Chasqui, entre Pichincha y Cotopaxi, fue otro punto en donde se dieron acciones hostiles, el jueves. Sin embargo, en ese sector no se reportaron heridos de gravedad. Detenidos en flagrancia Además de los heridos, las acciones violentas también dejaron 45 personas detenidas y dos menores aislados en Pichincha, Guayas, Imbabura, Cotopaxi, Esmeraldas, Cañar y Pastaza. Solo en Quito, la Policía arrestó a 23 personas. 

Todos fueron llevados a la Unidad de Flagrancia, en el norte. Allí pasaron la noche, en la zona de aislamiento, y por la mañana se fijó la audiencia para las 19:00. En Latacunga, cientos de indígenas realizaron ayer (14 de agosto) una marcha para exigir la liberación de los siete detenidos durante las protestas en El Chasqui. A las 15:45, los manifestantes derribaron las vallas metálicas que se instalaron alrededor del Complejo de la Judicatura, donde se realizó la audiencia contra los sospechosos. ¡Libertad, libertad! Era el grito que se escuchaba. Ernesto Jami, presidente de la organización Jatarishu, aseguró que los indígenas no van a permitir la “prepotencia” de las autoridades pues “la época de la hacienda se terminó”. 

Así se refirió al recordar la presencia de José Serrano, ministro del Interior, en El Chasqui. “Es el único responsable del enfrentamiento, pues antes de la llegada del Ministro estábamos tranquilos”, dijo. Los dirigentes aseguraron que si los siete detenidos no son puestos en libertad, volverán a tomarse las calles y que de nuevo bloquearán la Panamericana. 

En Quito, en cambio, decenas de familiares se concentraron fuera de la Unidad de Flagrancia, en el norte. Gritaban consignas en contra del presidente Rafael Correa. El familiar de un joven detenido explicó que este fue acusado de lanzar bombas incendiarias en contra de los agentes, pero aseguró que nunca estuvo en la Plaza Chica, en donde ocurrieron los desmanes. 

También explicó que el joven asistió con su hermano a la marcha después de terminadas las clases en la universidad y que los uniformados les habrían golpeado durante el arresto.
                                                       




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